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La infancia nos integra. Es la patria común de cuantos seres humanos poblamos el planeta. Los adultos podemos reconocer lo que fuimos en los niños que nos rodean y los menos olvidadizos, sabremos reconocernos en una identidad que en buena medida forjamos en la infancia. Así lo dice la neurociencia: la arquitectura del cerebro se forma en su mayor parte hasta los tres años.

Así lo dijo María Zambrano mucho antes: la infancia es esa patria indestructible, ese lugar al que volver no en virtud de la nostalgia sino “como reducto último de todas las tempestades de la vida; un lugar que, con su sola aparición en el alma, ofrece seguridad, calma…”

Huizinga en su Homo ludens vino a decir que somos lo que jugamos. El filósofo e historiador holandés otorgó al juego una función humanizadora similar al pensamiento y al trabajo y lo señaló, ni más ni menos, como el origen de la cultura. Y el juego, todos lo sabemos, es sobre todo, una capacidad infantil, cualquiera que sea la edad de quien juega.

Teatralia cumple 20 años, se ha hecho joven, pero volvemos un año tras otro a ese reducto de la infancia; a esa energía de descubrimiento, de curiosidad, de inventiva, tan característica de los niños.  Y con ese alimento, hemos reunido esta vez 21 espectáculos, resultado de una cuidada selección de propuestas escénicas de alta calidad para todos los públicos.

Más de tres semanas de programación, del  1 al 24 de abril, que llega a 32 municipios de la región,  incluida la capital, dan la medida del festival de artes escénicas para niños y jóvenes de la Comunidad de Madrid, que ya ocupa un lugar entre los festivales de referencia internacional.

Pero Teatralia no puede explicarse sólo con cifras. Su carácter genuino reside en factores cualitativos, aquellos que tratan de hacer de cada una de las 125 funciones que se han programado una experiencia única y significativa para los espectadores más precoces y más exigentes.

Un festival dedicado a niños, a niñas y a los adultos que necesariamente los acompañan; un festival dedicado también a los jóvenes que experimentan su flamante autonomía no dejándose ya acompañar.

Somos conscientes de que los primeros contactos con las artes escénicas se incorporan a la memoria emocional de un menor y, por ello, buscamos en las familias y las escuelas una alianza sólida que permita a nuestros niños y niñas acceder a grandes creadores de todo el mundo. Artistas de Canadá, Bélgica, Francia, Italia,  Uruguay, México y Grecia, junto a una nutrida representación de compañías españolas, exhibirán sus propuestas, que transitan por las más diversas artes escénicas.  Teatro, títeres, sombras, música, danza, videocreación… se funden en combinaciones múltiples y en registros y lenguajes variopintos; del humor a la poética, del gesto a la palabra, del movimiento a la música.

El programa del festival contiene montajes para muy distintas edades porque el destinatario agrupado en el  “Para niños y Jóvenes”  es muy diverso en sensibilidades y desarrollo.  En el prodigio de un espectáculo para bebés  y la sabiduría de un espectáculo para adolescentes, pasando por la creación para todas las edades intermedias, pone el festival su punto de mira.

Pinocho, Alí Babá, Caperucita Roja o La Sirenita, bajo la mirada de artistas de hoy, van a convivir con historias y protagonistas de nuevo cuño.

Personajes que vienen de épocas lejanas, que han sobrevivido durante siglos, inicialmente sólo con el soporte de la transmisión oral. La crudeza que destilan es la demostración fehaciente de que el teatro infantil no está, no puede estarlo,  carente de tensión emocional. Ni el teatro ni ninguna otra manifestación artística destinada a los niños.

No se entienda lo anterior como un ‘todo vale’, contrario al más elemental sentido común; compartimos la máxima de que no hay temas vedados, sino planteamientos inadecuados, cuando hablamos a los niños. Pero queremos despojarnos del artificio de la máscara adulta para permitir al niño cubrir su rostro con la máscara esencial. La máscara, el prósopon de la Grecia clásica, origen de que hoy nos denominemos “persona”.

Teatralia mira de frente al niño, “ese creador maravilloso”, en palabras de Lorca, “que posee un sentido poético de primer orden (…) antes de que se turbe de inteligencia”. Y con esa mirada, el festival cumple 20 años. Dos décadas, una cifra redonda e importante, pero los números pueden inducir a error. El Sastrecillo Valiente mató “siete de un golpe” y sus vecinos lo hicieron héroe cuando creyeron que había matado siete gigantes, en vez  de siete moscas. El tango dice que 20 años no son nada y, sin embargo, para Teatralia ha sido un largo y provechoso viaje, recorrido en compañía de multitud de niños y niñas madrileños a los que, una vez más, convocamos a esta celebración de las artes escénicas para todos.